Si la multitud se atreviera a envolverte
entre sus perturbaciones
e hiciera de ti un monólogo poco inteligente,
si te perdieras entre su monótono andar
y te amenazara como un monstruo insistente,
si las entradas a los cielos se te cerraran,
el hielo inmovilizara tu puerta y
sientes que comienzas a caminar en reversa…
Siéntate conmigo, junto a esta monserga que
nos ata y nos molesta,
pregúntame tú mismo cual prejuicio me separa
del antónimo de variedad y complejidad,
pregúntame tu mismo lo que quieras conocer,
lo que despierte tu interés ya que hablar de
cosas no tan vagas, es lo que nos hace falta
para alcanzar la cumbre de la insensatez.
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